sábado, 7 de noviembre de 2015

Venas robadas.






     Que se la lleve la aurora
que se evapore su sangre
pues ya no siento mis venas
que me robó aquella tarde.
Se llevó lo que quería
mi inocencia salvaje
mis besos apasionados
y mis caricias errantes.
Me dejó tendido en el lecho
entre sudores extenuantes
tras de sí cerró la puerta
dejando su esencia en el aire.
      Al abrir los ojos sentí
que su aroma se hincaba en mi carne
como una espina de plata
marcándome con fuego insaciable.
      La luna me miraba con pena
y con su esplendor quiso aliviarme
la miré con desconsuelo
y ella vino ha abrazarme.
     No quiero abrazos vacíos,
abrazos, que se lleve el aire
que dejen huecos en mi alma
como fantasmas que no quiere nadie.
     Tú fuiste mi desconsuelo
ese amor que quiso embargarme
mi amargura fue como una rosa
que tarda un siglo en desojarse.
     Que se la lleve la aurora
que se evapore su sangre
pues ya no siento mis venas
que se llevó aquella tarde.

                                         J.C. Llamas.
                                         Derechos de autor.

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